El discurso de Sebastián Piñera, con un cambio de tono, cayó bien en la oposición. Buscan un acuerdo este mismo miércoles para reformar la Constitución, para evitar otra jornada de violencia.
“La grave situación que vive nuestro país exige, y con urgencia, dejar de lado todas las pequeñeces y las miserias”. Visiblemente cansado, emocionalmente desgastado, como no se había visto a Sebastián Piñera, el mandatario chileno se dirigió al país el martes a la noche tras un día de alta violencia en que se evaluó decretar un nuevo estado de emergencia para desplegar a las Fuerzas Armadas en el País.
En rigor, la decisión fue debatida y evaluada por el presidente con sus ministros políticos, a los que se sumó el ministro de Defensa, Alberto Espina. Sin embargo, sugerencias desde sus partidos e incluso desde el mismo ejército lo instaron a realizar una última apuesta por la paz social. “Estos son tiempos de unidad, son tiempos de grandeza. Esto es lo que todos nuestros compatriotas nos piden”, señaló Piñera tras solicitar un gran acuerdo nacional por la Paz, Justicia y Nueva Constitución.
El cambio de tono y la sorpresiva decisión de no enviar a los militares a la calle logró un efecto positivo en la oposición política durante las primeras horas del día. Desde temprano en el Congreso se desarrollan extensas reuniones para buscar un acuerdo de mecanismo para una Nueva Constitución, avanzar en una agenda social más profunda y, por consiguiente, instar a bajar las movilizaciones para aislar a los grupos violentistas y restaurar el orden social.

El presidente Sebastián Piñera llamó a un pacto para reformar la Constitución. /DPA